Desde que en algún momento de los primeros 80 fui a ver The Last Waltz (recuerdo ir al cine con un amigo en Santa Cruz de Tenerife, con el que compartía afición por lo que ahora llaman «americana«) y escuché con calma «The night they drove old Dixie down«, de alguna manera quedé enganchado a una canción que era muchas cosas (una narración histórica, un lamento por el hermano caído, un canto al seguir adelante, qué sé yo), pero sobre todo una: la voz del derrotado no domado (re-citando a Claudio Rodríguez) y se me metió en la cabeza hacer algún día una versión en castellano. En esa tarea autoimpuesta me acompañó Rafa Chail, legendario músico pucelano y amigo del alma, con el que me estuve cruzando mensajes sobre todo esto durante el confinamiento duro de la oscura primavera de 2020.
La historia que canta la canción de The Band ofrece un contexto histórico muy concreto: la asimilación de la derrota por parte de quienes perdieron la guerra de secesión norteamericana, desde las filas del soldado humilde, ajeno al tópico oficial confederado propietario de una plantación. Nada más lejos de mí que cualquier tipo de comprensión con el estado esclavista (toda la lectura revisionista de «realmente la guerra no fue por eso, sino por las libertades de los estados frente a la federación», choca con el hecho de que lo que se defendía finalmente tras ese «derecho de los estados» era un modo de producción y de enriquecimiento de una élite, basado en la esclavitud, en el tratamiento de personas, literalmente como ganado, que se defendió con la misma ferocidad ciega que ahora defienden algunos el derecho a poseer armas de asalto), pero, tras leer un interesante artículo sobre su escritura, vi claro que al final estaba escrita por un canadiense, sin ningún conocimiento experto o vínculo con la guerra, pero sensible a lo que quería transmitir, y me dio por pensar que ese sentimiento de «derrota no en doma» que, desde mi punto de vista, es el alma desgarradora de la canción, la pena rabiosa que transmite, la canción podría estar muy cerca de lo que pudieron sentir los republicanos españoles en los años inmediatamente posteriores a la guerra, cuando la esperanza de una intervención aliada se esfumó… y por ahí tiró esta versión, que acá les va.
La noche en que Madrid cayó (versión libre - muy libre - de The night they drove ol’Dixie down, de The Band) Juan García es mi nombre, serví en el frente de Aragón y combatí en el Ebro hasta que la línea quebró. En el invierno del 38, helados, sin nada que comer, en fila llegamos a Colliure. Ay, lo recuerdo como si fuese ayer. La noche en que Madrid cayó sonaban las campanas. La noche en que Madrid cayó en las iglesias cantaban na, na na na na na na na na na na na na Años después en Francia una tarde mi mujer llamó: escucha en la radio dicen que a España el maquis volvió. Me da igual, aquí me gano el pan y el salario no está del todo mal, cojo lo justo sin dejar de pensar en los mejores, los que ya no volverán. La noche en que Madrid cayó sonaban las campanas la noche en que Madrid cayó en los restaurantes cantaban na, na na na na na na na na na na na na Como antes mi padre con mis manos gano el jornal, y con mi hermano caído cantaré la Internacional. Era un muchacho fuerte y leal pero una bomba fascista lo hizo volar y en su memoria he jurado estar tal vez vencido pero sin dejarme domar. La noche en que Madrid cayó sonaban las campanas la noche en que Madrid cayó y en los bancos cantaban na, na na na na na na na na na na na na

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