En la casa de las matemáticas educativas

Hablando sobre poesía y ciencia ficción en el marco del ciclo Secantes & Tangentes, donde mi compinche poeta y matemático Carlos Bruno, trata de encontrar esos puntos de encuentro y de fuga entre la matemática y la poesía. Mil gracias al equipo de la Sociedad Canaria de Profesorado de Matemáticas Luis Balbuena Castellano, que nos acogieron en su casa en Tenerife (estoy deseando conocer la que sé que tienen en Gran Canaria), nos ofrecieron sus instalaciones y nos invitaron a una merienda en la que la conversación sobre todas estas cosas que nos entusiasman se extendió por un largo y muy agradable rato.

Muchísimas gracias a Carlos, a Mérari, a Lola y al resto del equipo de la Asociación, tal vez la más dinámica del profesorado isleño, seguramente porque tienen una conciencia de misión, y son sabedores de su importancia en la transformación de las vidas de sus alumnos, y, con ellas, de la sociedad y de la economía canaria. Y también mil gracias a quienes decidieron pasar con nosotros una tarde de viernes, tan llena de oferta cultural como es la del 21 de abril.

Lo que conté fue, por fortuna, más allá de mi libro, y le dimos una vuelta a la presencia de esos llamados géneros (Sci-Fi, terror, Fantasía), aquellos que nos llevan hacia realidades diferentes y cuestionadoras de nuestro estar presente, en la poesía. Tratamos, como debe ser, de ajustarnos a un tiempo que permitiera la conversación (todo este tipo de actos no deberían tener otro objetivo final que ese, generar conversación) y se me quedaron montones de referencias (no nos dio tiempo a hablar, qué sé yo, sobre el afrofuturismo o el solarpunk) y poemas que me hubiera gustado compartir, como este, «A Alicia, disfrazada de Leia Organa», de Luis Alberto de Cuenca, en el que construye un mix con la Alicia de Carroll, la protagonista de Star Wars, y un cierto aroma de nostalgia de las viejas fantasías espaciales que alimentaron la juventud de una generación

A Alicia, disfrazada de Leia Organa

Si sólo fuera porque a todas horas
tu cerebro se funde con el mío;
si sólo fuera porque mi vacío
lo llenas con tus naves invasoras.

Si sólo fuera porque me enamoras
a golpe de sonámbulo extravío;
si sólo fuera porque en ti confío,
princesa de galácticas auroras.

Si sólo fuera porque tú me quieres
y yo te quiero a ti, y en nada creo
que no sea el amor con que me hieres...

Pero es que hay, además, esa mirada
con que premian tus ojos mi deseo,
y tu cuerpo de reina esclavizada.

Luis A. de Cuenca, 2002

Gracias, de verdad.

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