Haz y envés vacacional: Félix Casanova de Ayala

Con mi ronda por el espacio turisférico que ha desplegado Samir Delgado en su último ensayo, se me vino a la memoria el libro de un poeta isleño, nada menos que de 1971: Crucero de verano, de Félix Casanova de Ayala. Casanova, poeta y narrador (pero esencialmente poeta), cómplice de la aventura postista que un puñado de divinos flipados trató de levantar en medio de la siniestra grisura franquista, y un poco eclipsado por la figura de su hijo, Félix Francisco, es un autor de peso, uno de esos secretos de la poesía insular con escasa (por decir algo) repercusión externa. Uno de sus libros más significativos fue, precisamente, Crucero de verano, publicado en su momento por la legendaria El Bardo de Barcelona. Aquí me apetece recoger dos poemas que son cara y cruz, haz y envés del período vacacional, ese que ya se olfatea: Las vacaciones / El aburrimiento. Con don Félix les dejo esta soleada mañana de domingo bajo el ruido atronador de las celebraciones futboleras.

LAS VACACIONES

Agosto fiel pone a tu puerta
sus treinta y un días de oro,
cuyo caudal intacto
brilla en este almanaque de pared
igual que en una caja fuerte.
Tiemblas con la brazada deslumbrante
de tiempo, sólo tuyo,
que ya empieza a escurrirse de tus dedos,
impalpable, huidizo,
a que lo gastes o a gastarse solo,
imposible de atesorar...
Esta mañana has destronado al déspota
de tu mesilla, se ha detenido
su corazón de timbre, has derribado
el muro de las horas punta... Entras
en tu dorada posesión de tiempo...
Minutos transparentes
como guiños de sol en la piscina
resbalan por tu piel, ahora triunfante
de haber parado los relojes
para sentir mecerse el tiempo...
Tiempo de vacaciones, tiempo tuyo.
Sólo el sol de la playa te lo mide
de cielo a mar... Y la montaña
con su sombra alargada hasta la orilla
de la noche... Y la estrella
con su luz encendida hasta el rosado
amanecer...
Esencia de verano, vacaciones,
lento perfume respirado
ávidamente en puertos y ciudades
de las que sólo guardarás remotas
cadencias, vistas parciales,
jirones de fragancia, sueños
evaporados...
Sueños...
¡Porque ahora tienes tiempo de soñar!.
EL ABURRIMIENTO

¿Desde cuándo está aquí?
¿Se ha presentado ahora, de improviso,
o hace rato que aguarda en la penumbra
del café, una ocasión para abordarte...?
En la terraza hay sillas vacías,
deslumbramiento bajo el toldo,
tedioso bostezar de camareros...
Él se ha sentado enfrente,
con familiaridad de parroquiano
habitual de la siesta,
y empieza a hablarte de esas cosas
que ya contemplas con desgana:
descoloridos cromos de un verano
sin argumento, sólo un breve epígrafe
al pie de cada visita pasajera,
sin más memoria de tu paso
que una borrosa fecha...
Tienes la sensación de haber dormido
pesadamente... En torno,
reverbera una calle, una montaña.
El friso azul de una bahía,
la cotidiana realidad de un puerto
detrás de ese espejismo
que tú poblaste con sirenas...
......................................................................................................................
Te has levantado. Y él, asiduamente,
te ha seguido...
Ya sabes
quien es tu inseparable compañero,
aquel que no esperabas encontrar
en tus dichosas vacaciones.

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