Rambla es el primer libro de poemas de Manuel Fabián Trigos Baena. Como tantos libros publicados en 2019, la pandemia reventó cualquier posibilidad de difusión activa, presentaciones, lecturas públicas, etc, y ahora, aún poco a poco, su autor está teniendo la oportunidad de compartirlo en público. Rambla es una obra breve, cruzada por la intensidad de la confrontación en sus poemas entre el flujo del tiempo imparable, aunque su dirección pueda resultar dudosa o aleatoria, una vez disuelta la fantasía de un futuro convertido en sentido y meta, y el ansia por captar, como quien caza una especial luminosidad en una determinada hora de la mañana, ese momento que lo detiene, lo atraviesa y nos hace partícipes de una sensación de eternidad que sabemos efímera.
En ese proceso, en esa cacería del momento revelador entre el ruido ambiente, Trigos Baena nos ofrece una simultaneidad temporal en sus poemas, cruzados por djs sin alma y por reformadores griegos condenados al fracaso en una ciudad amurallada en la indiferencia ante el dolor propio o extramuros: «La humanidad se diluye / en el ámbito del hielo / como si ascendiese / al parto de Ícaro: / cigarra consumida en sol.» Sólo la detención en el momento, la captación de la fugaz eternidad de un instante que nos enseñaron los maestros haijin, y la mirada afilada por la tradición de la resistencia, nos permite un punto de fuga, una vía de salida, un cierto sentido. Desde esa posición de atenta mirada y de perspectiva crítica, Trigos Baena despliega los poemas que componen Rambla. Una rambla es un cauce natural por el que corre el agua de la lluvia cuando es muy copiosa, también es una avenida ribereña que desaparece en las crecidas para reaparecer cuando el caudal de agua se ajusta. Los poemas de Rambla operan, de algún modo, igual: apuntando lo que el torrente y su ruido no nos deja percibir, pero que ahí está y estará.

Acá tienen un par de poemas de Rambla, de Manuel Fabián Trigos Baena, publicado en la colección Bengala, de Ediciones Tigres de Papel, una de esas iniciativas que mantienen el pulso de una poesía crítica, y alejada de la carajera superficial que resulta cada vez más abrumadora.
MARISMA Amanecen las flores en torno a los arroyos. Cada aurora hace la hierba a su imagen y semejanza, un latido que existe a través de la armonía de lo distinto. Da igual la provincia, la aurora es eterna en sus ríos como inquebrantable es el retorno de sus mesopotamias. Pero no lo vemos. Indolentes, esa es la brecha entre nosotros y el medio. ARASHI (Tempestad) I No tiene fin el cielo desbordado de nubes grises. Oigo perros gritando por un simple refugio. II Solo oigo como retumban las piedras en esta lluvia. Estoy aquí desde hace ya demasiado tiempo. III Las latas son metrallas de agua gris. Sin yo notarlo las lágrimas se hacen con forma de tormenta.
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