El viernes pasado, tras salir de la mesa redonda de la que hablé en mi entrada anterior, mi compinche hermano Carlos Bruno y yo anduvimos hablando en lo que íbamos a recoger su coche, sobre la eclosión de las Inteligencias Artificiales basadas en modelos de lenguaje y que, con un adecuado imput pueden llegar, o dan, resultados que podríamos denominar «creativos», o al menos tan creativos como los que producen cada día muchas inteligencias humanas. Carlos, que, además de poeta es matemático y profesor me comentó varias cosas muy interesantes, derivadas de su experiencia con la entrada de potentes herramientas matemáticas en los bolsillos de los estudiantes y los profesionales hace ya bastante tiempo. Hace ya mucho que modestas calculadoras son capaces de resolver ecuaciones en décimas de segundo cuya resolución, precisamente es (o era) uno de los objetos de examen en la asignatura de matemáticas. Me comentó: «una vez que resolver la ecuación ya no puede ser la respuesta, porque te lo hace la calculadora o la correspondiente aplicación para móviles, lo que hay que plantearse es nuevas preguntas, preguntas que vayan más allá de ese paso que para la máquina no es un problema. Toca repensar las preguntas y la utilidad de ciertas habilidades. Una de ellas, por ejemplo sería para qué usas ese modelo matemático y no este o estos otros».
Claro, en el mundo de la matemática, de la ingeniería, de la arquitectura, la inteligencia artificial lleva utilizandose años, pero raramente la llamábamos «inteligencia» porque, a las mayores, seguía tratándose de calculadoras sofisticadas. El salto de IAs como Chat-GPT, o Dall-E 2, es que nos hablan, o nos dibujan, o nos resumen toda la bibliografía existente (libros, papers y demás, como hacía ya en 2020 Semantic Scholar). No suman 2 + 2, siquiera cabría decir que dan «soluciones», sino que producen algo nuevo, y esto nos acerca al tema de la creatividad como característica supuesta y exclusivamente humana… y a todas y a todos los «creativos» (pintores, dibujantes, escritores, etc…) que nos sentíamos más o menos a salvo de la obsolescencia, se nos ponen los pelos de punta.
Y siguiendo con el palique, surgió una cuestión interesante: si una IA como Chat GPT puede «escribir» literalmente en décimas de segundo un poema «original», ¿qué sentido tienen los premios y concursos de poesía? Si ya ha sido relativamente frecuente encontarnos con «escándalos» (a ver, se trata de premios de poesía, no caen los gobiernos por estas cosas) por haber sido premiadas o publicadas obras en las que se plagiaba sin decoro (esto es, sin el más mínimo reconocimiento al autor de los versos originales) la obra de autores reconocidos, ¿qué pasará ahora, en la que una o un poeta puede pedirle a Chat-GPT que escriba por ellos?
Y, bien, quise hacer un par de pruebas con las mañas poéticas de Chat GPT, que, recordemos, tiene como lengua «nativa» el inglés.
Introduje el siguiente «prompt»: «Please, write a poem about Madrid, and the night in «Poesía de la experiencia» style. Y acá tienen:

Y, bueno, por hacer otra prueba, le pedí lo siguiente «Please, write a sonnet about the death of a beloved pet»… y estó me dio Chat-GPT en un parpadeo:

Primer detalle curioso, la estructura que elige es la propia, o al menos más habitual en el soneto en lengua inglesa, pero ahí esta. Tampoco es un crack con la cosa de los endecasílabos o la rima -eso, si quieren hasta se puede considerar un toque «moderno»-, pero eso son sólo, casi literalmente problemas matemáticos. Bien, la cosa es que, a partir de ahí, un poeta más o menos mañoso puede darle un raspado y un pulido… y producir poesía premiable (no hay más que echar un ojo a mucho de lo que se premia habitualmente, en especial en concursos de poesía joven. Hay cosas que no se distinguen facilmente de estos poemitas claramente defectuosos de Chat-GPT).
Entonces… nueva pregunta: ¿qué es exactamente lo que se premia en un concurso / premio de poesía? ¿la originalidad, la cercanía a las tendencias dominantes, la complejidad? Sospecho que teniendo algunas pistas sobre este asunto, la IA podrá (en muy poco tiempo) producir los poemas «idóneos» para competir, si no ganar el correspondiente concurso, tal vez con un poco de ayuda del «poeta humano».
Otra nueva pregunta ¿Cual es la funcion de los concursos de poesía? Supongo que hay varias funciones según el tipo de premio. La mayor parte de los premios de poesía existentes en un país como España, y en otros de su entorno cultural, se orientan a detectar talento joven, a separar el grano de la paja, ¿cómo van a poder detectar que un poema ha sido escrito por quien dice haberlo hecho (cuando además tienes poca o nula referencia de su obra anterior) y no por una IA a la que se le han dado los parámetros adecuados, si, por ejemplo, sabes quienes van a ser los miembros del jurado y el tipo de poesía que les gusta? Otra más: Si un poema ha sido elaborado en un 90 % por una IA, y en un 10% (el pulido y ajuste) por un poeta humano… es este último el autor «verdadero» del poema?
Igual los únicos premios ( o más allá, las únicas obras poéticas) de las que vamos a poder pensar que no tengan una base de IA serán los de repentistas en sus diferentes estilos (de las décimas al free style) realizados ante público en vivo y en directo.
Y esto nos lleva a la pregunta clave: ¿para qué escribes poesía? Yo, al menos, pienso en la poesía como un proceso de lenguaje que me fuerza a hacerme preguntas, sobre mí mismo y sobre mi entorno, que ese llevar el lenguaje a sus límites expresivos, o de tensión expresiva, me ayuda a que mi pensamiento se acerque a esos territorios inexplorados. Y ese proceso, que también tiene mucho de juego, me produce placer. En mi experiencia, el placer de la poesía está en escribirla, en la satisfacción íntima que se produce en el momento en que dices «ya está», «esto es», y eso es lo que me empuja. Lo demás: «moverla» tratar de publicarla, es trabajo. Y para todo esto no necesito, no necesitas, ninguna AI. Necesitas leer intensamente poesía, es decir yendo más allá de las estructuras copiables, y necesitas ser atrevida, atrevido en tu indagación sobre tu propia persona, sobre la sociedad, y sobre el lenguaje. Si tu objetivo no es ese: la experimentación, la alegría de la palabra justa, el placer que surge de ir más allá… si tu objetivo es ganar concursos de poesía, publicar mucho (entre uno o dos libros al año) y conseguir cierta notoriedad en el estrecho mundillo poético-literario,una beca tal vez… no lo dudes, estas IA y las que vienen pueden ser tus amigas. Felicidades. Corre antes de que se desvele el truco.
Muy interesante, como siempre, señor Bellón
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