Ando estos días dándole vueltas a un trabajo sobre la relación entre poesía y lo que llamaríamos literatura de ciencia ficción o fantasía espacial, y, trasteando con viejas y nuevas referencias, me encontré con esta, que data del año 15 (hace ya siete años, madre mía) en la que hablabamos de la tendencia solarpunk, y le dábamos vuelta a dos textos muy interesantes: Solarpunk. We are golden and our future is bright, de RoAnna Sylver, y Solarpunk: Notes toward a manifesto, de Adam Flynn. Ambos documentos venían a generar contexto a una sensación que tenía y sigo teniendo: que las oleadas de narrativa scifi, siempre ambientadas en un futuro distópico más o menos cercano, tenían / tienen una fuerte carga ideológica, tal vez no pensada por sus promotores: la de acostumbrar a generaciones enteras a la idea de que se viene un futuro oscuro, despótico, desalentador, de manera inevitable. Es cierto que cuando un autor o una autora escribe sobre el futuro, lo hace siempre, no puede ser de otra manera, desde los problemas del presente, y sobre ellos nos habla y, seguramente, ese es el motor de la mayor parte de las y los creadores de este tipo de narrativas o universos transmedia, pero, de algún modo, tanta unanimidad (tanta moda) y tan orientada al público juvenil (las trilogías del Sinsajo, El corredor del laberinto, Divergente, etc.) nos planta casi ante la inevitabilidad de un futuro catastrófico: adaptate, sobrevive, y ya. Y el futuro, como me gusta siempre recordar que nos recordaba el amigo Joe Strummer, no está escrito; tambien puede ser un futuro solar, limpio, comunitario, libre.
Más allá de aquellas referencias, del año 15, parece que la cosa ha crecido, y cuenta ya con su entrada en Wikipedia, su antología de relatos de referencia… y hasta una bandera (¿De verdad es necesario que cualquier idea,tendencia, etc. tenga que contar con su propia bandera? Qué guineo). Cercana, así lo veo yo, a ella, hay otra tendencia creciente y muy interesante en los últimos años, que, de algún modo, tiene que ver con esto, y que me gusta más porque no renuncia ni a las naves espaciales ni a las tramas interplanetarias con lo que incluyen de choque cultural extremo, que, de hecho, es una de sus temáticas clave, por razones obvias: es el afrofuturismo, un movimiento que va más allá de la ciencia ficción, que cuenta con clásicos indiscutibles, y autores a pleno rendimiento, que ha encontrado maneras de incardinarse en la cultura pop (por ejemplo, a través de la avanzadísima Wakanda, de Black Panther) y en el que el tono poco tiene que ver con el del pálido chico o chica blanca que ve su mundo desmoronarse, sino con una «intersección entre imaginación, tecnología, futuro y liberación» (Ytasha Womack,. Afrofuturism : The World of Black Sci-Fi and Fantasy Culture). Un futuro de colores, una alternativa para un presente que YA es distópico para millones de personas a las que les cuesta imaginar un futuro peor que su presente.
Y no he podido evitar la tentación de vincular un par de poemas míos, publicados como parte de COLTAN en 2011, y ahora parte de la TRILOGÍA DEL TEMBLOR) con esa necesidad de mirar hacia el futuro con una actitud no fatalista, sino desde la idea de que podemos construir algo mejor que lo que existe actualmemte, de hacer que los avances tecnológicos no sólo no vayan contra la conservación de la naturaleza y contra la vida de las personas sino que sean herramientas para sus sustentación, un futuro, desde luego, mejor de lo que tememos. Algo afrosolar. Acá se los dejo.
El futuro influye más en el presente que el pasado Manifiesto ciberpunk Prospectiva: Habrá muchachas desbordantes de besos volados flotando a sus espaldas y yo con el pelo blanco todo y lleno de arrugas infinitas fractales bailándoles el agua de todos sus líquidos frutales. Feraces ingenieros programando poemas de amor en php. uminosas gerentes repartiendo tareas y duros rapapolvos cuando toque. Y estudiantes de griego sanscrito bioingeniería medicina programación cuántica y agrourbanismo en universidades cooperativas. Habremos aprendido a no tragar - desmedidos pantagrueles - A no romper a no alimentar al asesino. Y las bicicletas eléctricas pasarán silenciosas y los niños jugarán en aeróstatos de colores mientras sus padres nerviosos saludan desde tierra. Y habrá brezos y jaras y cardones y tabaibas rezumando pegajosa leche de tabaiba y césped también habrá para revolcarse y jugar a la pelota y holgar/folgar/follar a la sombra de algún árbol. Todo ejercicio de prospectiva es esencialmente invocación.
una imagen para la poesía futura: la vela del navío solar Ikaros extensa pero apenas visible (más delgada que el más fino cabello) sensible a las partículas de luz que cruzan el sistema alborotando las colas de los cometas. Impulsado literalmente por la luz cruza el velero el espacio para en lo oscuro en lo vacío buscar nos. Nota: “El 9 de julio de 2010 asistimos a un logro tecnológico sorprendente, más propio de un relato de ciencia ficción. La sonda espacial IKAROS, de la Agencia Espacial Japonesa (JAXA), tras varias semanas de viaje con destino a Venus, fue el primer vehículo espacial en la historia que consiguió desplegar una gran vela solar para propulsarse en el vacío espacial. Sí, han leído bien: vela solar, no panel solar. Es la propia luz del sol la que directamente empuja la vela solar, de forma análoga a como la vela de un barco convencional es impulsada por el viento.”
Para ver lo inmóvil nuestros ojos no paran de moverse. En lo más profundo de la noche las pupilas vibran soñadoras. Tiembla mi mirada sobre tu espalda quieta cuando duermes. Tal vez sólo arrebatados por el movimiento continuo podamos percibir lo que perdura lo que hubo lo que habrá.
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