Rebuscar, releer supone, con suerte, reencontrar. Volver a ser golpeado por el mismo rayo, contradiciendo el dicho popular. Y eso me ha pasado a mí con este poema de Julieta Valero, tan potente, tan cargado de giros y sorpresas expresivas, dentro de una estructura que se abre y se cierra, cabría decir, con la misma imponente fuerza. Versos de los que te obligan a detenerte («Nunca sabras el rostro que llevas cuando nadie te mira»), antídoto contra la lectura rápida. Versos para rebuscar, releer y reencontrar. Con este poema abre Julieta su antología de 2016 Libro de las Conjugaciones, publicada por ese milagro editorial riojano que es Planeta Clandestino. Acá lo tienen:
DÓNDE PUEDE SER VISTO.
QUÉ LUGARES FRECUENTA
Transcurres en todo lo que queda innombrado.
Sucedes en la arena que a la mano del tiempo se escapa.
Ocurre tu sexo mientras nadie lo mira,
florece y se licencia
en un triste salón
y nadie va a verle.
Tienes lugar en los ojos de tu madre,
en la boca de amigos, sastres y tenderos,
en el silencio de los contables,
en todas as palabras, comidas y siniestros
a los que renunció tu memoria.
Pero aconteces como nunca en las aceras
cuando libre de vigilias irrumpe
tu sola forma oceánica.
Tu sola forma oceánica,
los modos del mercurio.
Eres un exilio, un empeño en mil direcciones,
la fuerza del viento y su mal maridaje.
Parece que tus ramas brotaran alianzas,
que todo fueran signos de un íntimo
alzamiento. Y caen
las hojas, y no hay estruendo,
sinfonía ni conclusión.
Aunque exactamente hermoso, un instante.
Nunca sabrás el rostro que llevas cuando nadie te mira.
Es un pez del abismo, es un cuento hecho carne,
lo que dicen los dioses cuando está amaneciendo,
lo que piensa un atlante cuando ve que le acechan.
Don del errante, gran dignidad y un lecho para la dulzura.
Pero tú nunca sabrás de ti en tesoro.
Los días cabalgan en los días,
porta un recuerdo de sí todo lo que se rompe,
la ciencia del collar rige a los mortales.
Pero tú nunca, unánime nunca, nunca cielo de ti,
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