Pues eso, parece que nos encontramos ante otra de esas campañas breves y triunfales que acaban convirtiéndose en un sumidero de vidas humanas y de recursos desperdiciados de la peor manera imaginable. Y como en ocasiones anteriores (Las breves y triunfales campañas iraquíes, afganas, libias, sirias, yemeníes, etc.) se me viene a la cabeza recursivamente, el viejo Catón de guerra alemán, de Bertolt Brecht. Aquí lo dejo en la versión al castellano de Jesús López Pacheco, sobre la traducción directa del alemán de Vicente Romano recogida en el libro «Poemas y canciones», que editó hace tanto Alianza en su legendaria colección de bolsillo. Para mí, por cierto, se trata de un libro muy importante, porque fue de lo primero que leí fuera del canon suministrado por el sistema educativo español de mi bachillerato (unificado y polivalente 😉 ). Y por gracia o desgracia me sigue acompañando, como comenté no hace mucho. Quiten el adjetivo alemán y cambienlo por cualquier patronímico, aquí está, con su dolorosa vigencia.
Catón de guerra alemán PARA LOS DE ARRIBA hablar de comida es bajo. Y se comprende porque ya han comido. Los de abajo tienen que irse del mundo sin saber lo que es comer buena carne. Para pensar de dónde vienen y a dónde van, en las noches hermosas están demasiado cansados. Todavía no han visto el vasto mar y la montaña cuando ya su tiempo ha pasado. Si los que viven abajo no piensan en la vida de abajo, jamás subirán. EL PAN DE LOS HAMBRIENTOS HA SIDO COMIDO La carne ya ni se huele. En vano se ha derramado el sudor del pueblo. Los laureles han sido talados. De las chimeneas de las fábricas de municiones sale humo. EL PINTOR DE BROCHA GORDA HABLA DE GRANDES TIEMPOS VENIDEROS Los bosques crecen todavía. Los campos son fértiles todavía. Las ciudades están en pie todavía. Los hombres respiran todavía. EN EL CALENDARIO AÚN NO HA SIDO SEÑALADO EL DÍA Todos los meses, todos los días están libres aún. A uno de los días le harán una cruz. LOS TRABAJADORES GRITAN POR EL PAN Los comerciantes gritan por los mercados. Padecía hambre el parado. Ahora padece hambre quien trabaja. Las manos que colgaban inútiles vuelven a moverse: tornean granadas. LOS QUE ROBAN LA CARNE DE LA MESA predican resignación. Aquellos a los que están destinados los dones exigen espíritu de sacrificio. Los hartos hablan a los hambrientos de los grandes tiempos que vendrán. Los que llevan la nación al abismo afirman que gobernar es demasiado difícil para el hombre sencillo. LOS DE ARRIBA DICEN: LA PAZ Y LA GUERRA son de naturaleza distinta. Pero su paz y su guerra son como viento y tormenta. La guerra nace de su paz como el hijo de la madre. Tiene sus mismos rasgos terribles. Su guerra mata lo que sobrevive a su paz. CUANDO EL PINTOR DE BROCHA GORDA HABLA DE PAZ POR LOS ALTAVOCES, los trabajadores miran el grueso firme de las autopistas que están haciendo, y ven que es para tanques pesados. El pintor de brocha gorda habla de paz. Irguiendo sus espaldas doloridas, las grandes manos apoyadas en cañones, le escuchan los fundidores. Los pilotos de los bombarderos aminoran la marcha de los motores y oyen hablar de paz al pintor de brocha gorda. Los leñadores están a la escucha en los bosques silenciosos, los campesinos dejan los arados y se llevan la mano a la oreja, se detienen las mujeres que les llevan la comida: hay un coche con altavoces en el campo de labor. Por ellos se oye al pintor de brocha gorda exigir la paz. CUANDO LOS DE ARRIBA HABLAN DE PAZ el pueblo llano sabe que habrá guerra. Cuando los de arriba maldicen la guerra, ya están escritas las hojas de movilización. LOS DE ARRIBA se han reunido en una sala. Hombre de la calle: abandona toda esperanza. Los gobiernos firman pactos de no agresión. Hombre pequeño: escribe tu testamento. HOMBRE DE CHAQUETA RAÍDA: en las fábricas textiles están tejiendo para ti un capote que nunca romperás. Hombre que vas al trabajo caminando durante horas con tus zapatos destrozados: el coche que te están fabricando llevará una coraza de hierro. En tu hogar hace falta un envase de leche y estás fundiendo una gran botella, fundidor, que no será para leche. ¿Quién beberá en ella? ES DE NOCHE Las parejas van a la cama. Las mujeres jóvenes parirán huérfanos. EN EL MURO HABÍAN ESCRITO CON TIZA: quieren la guerra. Quien lo escribió ya ha caído. LOS DE ARRIBA DICEN: éste es el camino de la gloria. Los de abajo dicen: éste es el camino de la tumba. LA GUERRA QUE VENDRÁ no es la primera. Hubo otras guerras. Al final de la última hubo vencedores y vencidos. Entre los vencidos, el pueblo llano pasaba hambre. Entre los vencedores el pueblo llano la pasaba también. LOS DE ARRIBA DICEN: EN EL EJÉRCITO todos somos iguales. Por la cocina sabréis si es verdad. En los corazones debe haber el mismo valor. Pero en los platos hay dos clases de rancho. LOS TÉCNICOS ESTÁN inclinados sobre las mesas de dibujo: una cifra equivocada, y las ciudades del enemigo se salvarán de la destrucción. DE LAS BIBLIOTECAS salen los asesinos. Estrechando contra sí a los niños, las madres vigilan el cielo con terror a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios. EN EL MOMENTO DE MARCHAR, MUCHOS NO SABEN que su enemigo marcha al frente de ellos. La voz que les manda es la voz de su enemigo. Quien habla del enemigo, él mismo es enemigo. GENERAL, TU TANQUE ES MÁS FUERTE QUE UN COCHE arrasa un bosque y aplasta a cien hombres. Pero tiene un defecto: necesita un conductor. General, tu bombardero es poderoso. Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante. Pero tiene un defecto: necesita un piloto. General, el hombre es muy útil. Puede volar y puede matar. Pero tiene un defecto: puede pensar. CUANDO EMPIECE LA GUERRA, quizá vuestros hermanos se transformen hasta que no se reconozcan ya sus rostros. Pero vosotros debéis seguir siendo los mismos. Irán a la guerra, no como a una matanza, sino como a un trabajo serio. Todo lo habrán olvidado. Pero vosotros no debéis olvidar nada. Os echarán aguardiente en la garganta, como a los demás. Pero vosotros debéis manteneros serenos. EL FÜHRER OS DIRÁ: LA GUERRA dura cuatro semanas. Cuando llegue el otoño estaréis de vuelta. Pero vendrá el otoño y pasará, vendrá de nuevo y pasará muchas veces, y vosotros no estaréis de vuelta. El pintor de brocha gorda os dirá: las máquinas lo harán todo por vosotros. Sólo unos pocos tendrán que morir. Pero moriréis a cientos de miles, nunca se habrá visto morir a tantos hombres. Cuando me digan que estáis en el Cabo Norte, y en Italia, y en el Transvaal, sabré dónde encontrar un día vuestras tumbas. CUANDO EL TAMBOR EMPIECE SU GUERRA, vosotros debéis continuar la vuestra. Verá ante sí enemigos, pero, al volverse, deberá ver también enemigos detrás; cuando empiece su guerra no debe ver sino enemigos en torno. Todo aquel que avance empujado por los agentes de las S. S., debe avanzar contra él. Las botas serán malas, pero aunque fueran del mejor cuero, son sus enemigos quienes deben marchar dentro de ellas. Vuestro rancho será poco, pero aunque fuera abundante, no os debe gustar. Que los agentes de las S. S. no puedan dormir. Que tengan que controlar arma a arma para ver si están cargadas. Y que tengan que controlar si controlan sus controladores. Todo lo que vaya hacia él debe ser destruido, y todo lo que venga de él, contra él hay que volverlo. Valeroso será quien combata contra él. Sabio será quien frustre sus planes. Sólo quien le venza salvará a Alemania. (1937-38)
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