Vale, estoy un poco pesado con mis guerras husitas de Sapkowski, pero es que, ah, están llenas de sorpresas, como la escena en la que una novicia confinada en un convento toma un laúd y se arranca a cantar el famoso poema de la trobairitz Beatriz de Dia, Estat ai greu cossirier. Y se me encienden los pilotos, porque ya había leído algo sobre esta autora en el esencial «La poesía de los trovadores», de Martín e Isabel de Riquer, en el que aparece como La Condesa de Dia. Ese libro dedica en su introducción un amplio apartado a las trobairitz, damas que trovan, y que asumen un protagonismo diríamos ahora, muy «proactivo» y escasamente sumiso en sus relaciones con el sujeto amado. Pero, ay, no estuve atento (la atención, esa competencia del/la poeta tan desatendida, tan esencial).
Poco, por decir algo, se sabe de la biografía de Beatriz de Dia, y lo poco que se sabe es muy posible que sea inventado, lo que habrá encantado en su día a Valente, poeta de tierras trovadoras y de cantares de amigo, que dejó dicho que “Yo creo que el poeta debe tener una biografía, incluso varias, a condición de que todas estén cuidadosamente falsificadas”. Dicen Martín e Isabel de Riquer: «Fue la trobairitz más famosa, ya desde el siglo XIII cuando se le adjudica un lugar preminente en los cancioneros. Y es la única de la que se conserva una melodía. A pesar de ello todos los datos que tenemos sobre la Condesa de Dia son pura fantasía». Dice de Riquer de sus canciones en su «Historia de la literatura universal» que se estiman que constituyen «la manifestación de uno de los más vividores folladores y delicados temperamentos poéticos de la lírica femenina medieval». Sólo se conservan cuatro de sus poemas, uno de ellos el mencionado Estat ai en greu cossirier, del que se encuentran diferentes traducciones al español, si bien todas las que he encontrado, seguramente por voluntad de fidelidad al texto original, tienen un tono, digamos antiguo. Como yo no tengo ninguna voluntad filologista o historicista y soy un jodío intruso, me apetece realizar una adaptación a un tono más moderno, que, de algún modo creo que será más fiel al talante del poema. Lo he hecho basandome en la traducción del occitano que aparece en el mencionado «La poesía de los trovadores», y en la que aparece en este estudio sobre la Condesa de Dia, de Rosario Delgado Suárez ( en el que podrán encontrar el poema original en occitano) , en la estupenda revista Espéculo de la Universidad Complutense. Acá que va, pidiendo disculpas adelantadas a los puristas.
Una gran pena he sentido
tras poseer a un caballero
y ha de saberse por siempre
que lo he querido en exceso.
Ahora veo que me traiciona
porque no le di mi amor;
y esa pena me acompaña
en la cama y el salón.
Quisiera a mi caballero
una noche entre mis brazos
sintiéndose tan feliz
de tenerme por su almohada.
Estoy más enamorada
que Floris de Blancaflor,
doy mi corazón, mi amor
mi seso, mi vida, mi mirada.
Dulce amigo amable y bueno
¿Cuándo te habré de abrazar?
¡Acostarnos una tarde
y besarte sin cesar!
Sabes que te cambiaría
sin dudar por mi marido
siempre que me prometieras
hacerme lo que te pidiera.
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