La muy estimable editorial LILIPUTIENSES, que opera desde la isla móvil de San Borondón, ha publicado recientemente EL VIAJE II, de Coriolano González Montañes. poeta isleño, que desarrolló la costumbre de levantar cuadernos poéticos de sus idas y siempre vueltas por el mundo, que aquí aparecen agrupados en un segundo volumen que recoge sus poemas de 2002 a 2019. El anterior, publicado por Baile del Sol allá por 2002 (hace casi 20 años) abarcaba el período 1984-2000 en el que Coriolano empezó a construir una obra cada vez más coherente, una especie de fuga circular que siempre desemboca en el territorio más íntimo, en los arenales negros del norte de Tenerife, en la memoria familiar y social de un territorio ancla y condena, pero al mismo tiempo casa y hogar.
Ese destino en el punto de partida, punto cada vez más pozo, explorado con mayor profundidad en sus poemas, se ve con mucha más claridad en esta segunda selección, protagonizada por una voz mas madura y unos ojos tal vez más cansados. En ese viaje hacia la isla interior, que acaba moviéndose con uno, como un sanborondón particular, la voz del poeta se ha ido también decantando hacia una compleja sencillez, un ejercicio de oleaje que convierte piedras en callaos, perfectamente lisos, llenos de negros matices, brillantes.
Es ese punto del viaje de Coriolano hacia el mapa interior, tras las vueltas y revueltas por tantos lugares, el que más me interesa de su obra poética y que creo que poemas como el siguiente, que forma parte del cuaderno Mapa del Exilio, que recoge este EL VIAJE II, representa perfectamente. Disfruten de este pedazo de poema.
CENIZAS A LAS CENIZAS * Mi abuela, subida a los hombros de su abuelo, observa entre la multitud agolpada, cómo Alfonso XIII desembarca en el muelle en su primera y única visita a la isla. El viejo recuerda que, cuando niño, se paraba en el mismo lugar para despedir a los que emigraron a Cuba y que ya nunca volvieron. * Apenas tiene un año cuando su madre la coge en brazos y huyen en dirección este. El miedo a que la erupción de la montaña alcance el pueblo, la memoria ancestral de la destrucción y el origen. * Años más tarde caminarán toda la noche, descalzos, por el Camino Real del Norte. A oscuras, conjurados contra los miedos de los aparecidos. La mujer blanca en la fuente del agua. Con el día llegarán a un chorro, se lavarán los pies, se calzarán las alpargatas y entrarán en la capital. * Mi otra abuela ve partir a su hermana mayor por el Camino Real del Sur. Cuba otra vez en el horizonte. El polvo reseca las lágrimas. No vuelve la cabeza. Nunca volverá la cabeza. * Dos décadas después mi padre se parará en un quiosco y leerá curioso, acerca del desembarco de tropas en la costa norte de Francia. Un tío había perdido una pierna en otra guerra. Por eso es zapatero. El tiempo y el espacio demasiado lejanos. Baja al barranco y los asciende durante horas. * Aún no se han encontrado cuando mi madre retiene los nombres de las playas mientras van siendo sepultadas. Otra vez el muelle. Sube al tranvía y se aleja. * Soy el portador de la memoria de seis generaciones. He dejado por escrito que mi cuerpo sea incinerado.
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