Sowieski: las esferas animales

En medio de tanta nitidez vacía, afrontar libros de poemas como Las esferas animales, de sowieski, se convierte en ejercicio de riesgo, buscando pistas en el decir del poeta, en vez de, simplemente (lo que no es nada simple) dejarse llevar por el flujo verbal de los poemas, tratando de no insertarles ese yo al que el poeta ha sacado del cuadro: «la cartografía de un paisaje sin uno mismo», nos dice el autor en la misma portada, «el fulgor del error de existir».

Todo «Las esferas animales» parece escrito desde una voluntad ferrea de la abolición del yo, o, al menos, en duro proceso de eliminación, y con él, de la anécdota que permita cualquier tipo de empatía fácil tan al uso. Quien quiera sumergirse en este libro tiene que hacer eso: dejarse ir en el deliberado movimiento circular, de sumidero, de no ser, de demolición  con el que se desplieguan y cierran buena parte de sus poemas: «el reflejo / de lo que no fui», «en la habitación / vacía / del nonato», «la habitación / del hijo / que no fue», «o el sonido de un cernícalo / que se ahoga».

No hay en los poemas de sowieski la más mínima contemplación o resquicio que permita un respiro. La propuesta es la levedad, el casi no ser, apenas rescoldo de llama, ceniza.

Los poemas de sowieski en «Las esferas animales» te dejan, dicho en canario «desinquieto», algo te han enseñado que no querías ver, o algo te falta y te acabas de dar cuenta. Algo olfateamos de oscuras narrativas de terror, y la presencia de PIzarnik y sus signos de tristeza incandescente.

Aquí les dejo, a modo de muestra, un par de poemas de una voz combativamente distinta, deliberadamente enfrentada a las diferentes poesía de sabores que edulcoran la relación de nuestras sociedades con ese restro calcinado del lenguage que, decía Gelman, la poesía es. En el Pequeño Laboratorio Alternativo de Ediciones el Transbordador.

hijo

un perro negro

custodia mis pies

en la meseta.

 

fuera

 

la ictiosis,

con ganas de quedarse,

 

y estalactitas de asfalto

y mugre.

 

un recuerdo automático de una avenida

llegada del futuro

 

de recuerdos en forma de liturgias

cada vez máspequeñas

nimias

 

en la habitación

del hijo

 

que no fue.

dios criatura insecto

intento cogerte

con las manos manchadas de hambre

pero te pierdes por el agujero,

 

te nombro pero has huido

otra vez

hacia lo abierto,

 

donde los ritos,

donde el carbón en las manos,

donde el barro seco en lo débil

tibio.

te desnudo como dios criatura

insecto

en la tundra

excavando el agujero,

 

la garganta corrupta

del que te llama

sin estar.

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