La Galaxia es infinita

En español vincular poesía con ciencia ficción es algo absolutamente inusual y extraño. En ambas orillas del idioma buscar antecedentes es complicado, e incluso hay quien pudiera considerarlo una mala idea, dado que, de algún modo, añade un apellido «temático» a la poesía, lo cual no suele ser aceptado de buen grado en nombre de cierto rigor estético (que acaba siendo también temático en forma de constricción sobre lo que se puede o no cantar/contar)… aunque esto habría que darle dos vueltas tras encontrarse uno con párrafos como el siguiente, a vueltas de un pretencioso evento poético en Granada (España), en el que, decían, » tienen su espacio la Poesía de la Experiencia, la de la Diferencia, la de la Retracción o el Silencio, la del Desconsuelo o las más recientes Poesía ante la Incertidumbre o la Estética del Fragmento, sin olvidar el Humanismo Solidario”; esto es,  por falta de etiquetas más o menos absurdas no va a ser.

En la poesía anglosajona, por el contrario, la poesía sci-fi, o, bajo un nombre más sugerente, poesía especulativa, tiene una larga tradición y hasta sus propios premios desde 1978, los Rhysling Awards, promovidos por la gran novelista (y poeta) Suzzete Haden Elgin, creadora de la espectacular saga de la Lengua Materna, y sostenidos ahora por la Science Fiction &Fantasy Poetry Association. Que esto haya sucedido en el idioma inglés y no en castellano tiene que ver, seguramente, con dos cuestiones:  una, la diferente naturaleza y evolución del romanticismo en inglés y en español. Posiblemente poemas de Poe o de Shelley podrían encajar en esta descripción de «speculative poetry»:

Speculative poetry is a genre of poetry that focusses on fantastic, science fictional and mythological themes. It is also known as science fiction poetry or fantastic poetry. It is distinguished from other poetic genres by being categorized by its subject matter, rather than by the poetry’s form. Suzette Haden Elgin defined the genre as «about a reality that is in some way different from the existing reality.»

Hasta hace muy poco conceptos como terror, fantasía, ciencia ficción, eran despreciables subgéneros en el campo de la narrativa en español, cosa de «novelitas de a duro»;  en poesía, simplemente inexistentes, ideas que no se manejan por no venir al caso.

Es muy difícil encontrar referentes similares a los mencionados en el romanticismo en castellano (más allá de la consabida referencia a las Leyendas de Bécquer) que fue bastante más chato e impostado. La segunda cuestión es la fascinación por la ciencia y los avances tecnológicos que existió en todos los niveles de la cultura anglosajona desde el mismo siglo XIX, tanto por su lado brillante como por el oscuro y siniestro,  mientras que la cultura «letrada» española miró siempre (aún parece mirar a veces) con desdeñoso desdén o abierta y militante ignorancia, un terreno en el que no se encontraba a gusto.

En este contexto, en este vacío insondable (por citar al combo de celebrados autores españoles de Ci-Fi, Aguilera y Redal), la valiente editorial El Transbordador, abre una colección de poesía, Pequeño Laboratorio Alternativo, orientada a este ámbito de la poesía especulativa, y lo abre con una obra muy, muy, pero que muy interesante: CRÓNICAS DE LA GALAXIA, de David Eloy Rodríguez.

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Los poemas de las Crónicas se cuentan surgidos de la traducción o interpretación que el poeta hace de unos textos de aparente procedencia extraterrestre recogidos por una peculiar organización: la Cooperativa.  Cómo David Eloy accede a los textos sobre los que se construyen los poemas, nos lo cuenta en un prólogo que es, en sí mismo, una atractiva narración clasica de misterio y pistas alrededor de un texto de origen dudoso. Los poemas se agrupan en los llamados cuatro informes, en los que cabe identificar, tal vez, cuatro voces:  la que nos pone en situación en el Primer Informe, y nos genera ya la primera duda: si el origen del texto es extraterrestre ¿Cómo aparecen referencias tan claras a la cultura de la Tierra? La nave ¿viene? ¿va? ¿vuelve? ¿de donde y de cuando viene o vuelve? Estas dudas van creciendo en cada uno de los informes, y se atraviesan en la garganta en el cuarto y final. Cuatro voces, decía: una segunda que reflexiona y nos cuenta el viaje en sí mismo en forma de cartas a alguien que espera al final de ese trayecto del que no sabemos nada, pero del que vamos entendiendo que es una mezcla de huída y misión; una tercera más orientada al viaje interior, a como afecta al navegante: el desarraigo, el miedo, la nave sola como hogar en movimiento, las fantasmales presencias, la desorientación ante lo inabarcable, la maravilla;  y la cuarta: la voz de la Inteligencia Artificial que da detalles sobre la destrucción ¿futura? ¿presente? ¿tal vez ya vivida en un tiempo olvidado? de la especie humana.

Quizás yo he leído cuatro voces y sea una sola, que se inicia humana y se encuentra, finalmente, en su posthumanidad.

En el contexto inabarcable de la galaxia, los poemas rezuman intimidad: «Estás aquí / aunque no estés, / como la luz de una estrella muerta.» ; «lo habitual es perderse y lo habitual es perder» . Los poemas del Segundo Informe son cartas, mensajes  a alguien que se quedó  esperando, a quien se le hacen vanas promesas de retorno. «Estaré en casa antes de que te des cuenta» mientras se toma consciencia de que el viaje no es de vuelta, de que se pierde el control, como lo vamos perdiendo de cualquier prosaico movimiento cuando se extiende más de la cuenta en el tiempo o en el espacio, y de que habitamos ficciones más o menos acogedoras (Amé tus mentiras / porque todas eran verdaderas«) . Nos queda «amar este devenir, el único, el último».  El Tercer Informe, asumida la derrota -en ambos significados del término- mira y reflexiona: «No nos está permitido percibir el sonido del mundo» . 

Un tono aforístico, sentencioso, atraviesa los poemas de  los cuatro Informes, y deslumbra la capacidad de David Eloy Rodríguez para la paradoja que ilumina como un fogonazo la escena: «la verdad es siempre una exageración» , «¿Porqué acontenció lo imposible? / Porque era posible»,  «Cada tripulante lo sabe: todo es precipicio / y caemos / y eso es ser», «En el lenguaje habita algo / más poderoso que el lenguaje».  Nos recuerda la voz de la IA en el último informe:  «Se repiten obsesivamente los signos. / Hay siempre el sueño de una nueva verdad.»  Este decir despacioso, pensativo, maireniano en su ironía,  trataría de ser algo como el único ancla de serenidad disponible en el caos que atraviesa un universo, el nuestro,  que no deja de ser el resultado de una explosión.

De ese caos, de esos viajes decididos a ninguna parte, de los amores que se nos escapan de las manos, de ese vivir en la incertidumbre mientras el tiempo nos atraviesa,  cantan los poemas de Crónicas de la Galaxia de David Eloy Rodríguez, no hay que subirse a una nave espacial para sentir el vértigo.

PS.- Mención aparte merecería el postfacio escrito por Alberto Porlan para la edición de Crónicas, de 2068, pero, ¿de verdad a nadie le resulta sospechosa la longevidad del Sr. Porlan, a quien ya se le conocían obras en las décadas finales del siglo XX? ¿Nadie ha querido investigar este extremo? ¿Porqué? ¿Qué se nos oculta?

PS 2.-  Un par de referencias de poesía scifi o especulativa en español: Poética para cosmonautas, de Henrry Pierrot, alias del poeta leonés Yago FerreiroEl viaje, de Carlos Bruno Castañeda, y muy recientemente unos poemas de Ana Tapia, publicados en Oculta.lit.  Me hago cargo de la misión de investigar más rastros de poesía especulativa en español, que se ajuste a la definición de la SFPA. Iré informando de mis descubrimientos.

 

 

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