No es frecuente que caiga sobre un poeta el Nobel de literatura (¿Es la poesía “literatura”?. Esta es una pregunta Gamonediana que no dejo de hacerme), y menos en un poeta en una lengua minoritaria a nivel mundial, como es el sueco con su alrededor de nueve millones de hablantes… así que cuando sucede, nos coge a muchos con el pie virado y debiendo aceptar lo insondable del pozo de nuestra ignorancia. También nos da pie para investigar, para descubrir, lo que es siempre una alegría, qué demonios. Y esas búsquedas a veces alumbran caminos inesperados, como este que nos lleva a Tomas Tranströmer, allá en el gran norte Sueco a través de Uruguay, tan tan al sur. Lo cuenta el amigo Germán Machado en su imprescindible Garabatos y ringorrangos, y le asalto el poema del reciente Nóbel, ya editado por allá en 1989. Aquí les va. la traducción es del poeta uruguayo Roberto Mascaró, que parece ser quien primero empezó a volcar al castellano los poemas de Tranströmer:
Lamento
Él apartó la pluma.
Quedó quieta en la mesa.
Quedó quieta en el vacío.¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar!
Está paralizado por algo que sucede muy lejos
aunque la milagrosa mochila late como un corazón.Afuera está el verano.
Del verdor llegan trinos —¿personas o pájaros?
Y el guindo en flor palmea los camiones que llegaron a casa.Pasan semanas.
Se hace lentamente noche.
Las polillas en la ventana:
pequeños, pálidos telegramas del mundo.—
(Del libro: «El cielo a medio hacer», 1962)
Me he enterado (por El País, que yo soy muy básica) que hay una edición en valenciano de un libro de Tranströmer. Me pareció curioso
Creo que voy a tener un ejemplar en castellano muy pronto de “la góndola fúnebre”. Ya te cuento….
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